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domingo, febrero 18

Calentamiento global

El calentamiento global -producto de emisiones a la atmósfera de gases con efecto invernadero- es una amenaza inocultable para la vida en el planeta. Los signos están a la vista: el nivel del mar va en ascenso a razón de 17 centímetros por década, la potencia de los huracanes ha rebasado ya las escalas de medición tradicionales, las inundaciones han dejado de ser estacionales, mientras que las sequías se han tornado crónicas, generando la escasez que ya observamos de granos y cereales. La vida silvestre está desconcertada. Los gansos no emigraron a Escocia este año, los osos hibernaron dos meses más tarde y los cerezos están floreciendo en febrero.
La desaparición de glaciares de los Andes en los siguientes 5 años, el sufrimiento de epidemias e, incluso, el desplazamiento de especies como los pingüinos, tienen en común el aumento de la temperatura terrestre. Y es que cada día son más los efectos que científicos y especialistas de todo el mundo señalan como consecuencia del cambio climático.
El calentamiento global llevará a que muchos más millones de personas del sur de Asia sufran enfermedades como el paludismo y el cólera, o tengan hambre.
En 2005 se registró el agujero en la capa de ozono más grande de la historia, extendiéndose sobre una superficie de 24 millones de kilómetros cuadrados, casi el tamaño de América del Norte.
El descenso de las precipitaciones sobre la India, que golpeará la agricultura, y el deshielo del Himalaya, son las consecuencias del cambio climático más graves que este país afrontará
debido al calentamiento global.
Los habitantes de las Islas de la Magdalena, en el golfo de San Lorenzo, junto a Terranova, se enfrentan a un sombrío panorama, amenazados cada invierno por la progresiva ausencia de hielo que debería proteger sus islas de tormentas y olas.

jueves, febrero 15

Calentamiento Total

Ahora mismo se pueden hacer muchas cosas que no sólo son baratas y eficaces, sino que se amortizarán gracias a unos beneficios totalmente ajenos a las acciones contra el calentamiento global. Un buen comienzo sería eliminar las subvenciones públicas a los combustibles fósiles, inmensas, ocultas en la mayoría de los casos y económicamente insanas.
Otro paso sensato consistiría en aumentar los impuestos sobre la gasolina (hasta un nivel comparable con lo que pagan casi todas las naciones industrializadas, compensándolo con una reducción de otros impuestos), a fin de cubrir los costes reales de carreteras, atascos y atención médica por los daños provocados por los accidentes y las enfermedades debidas a la niebla tóxica. Otras medidas económicamente beneficiosas podrían mejorar la eficiencia de los combustibles, la protección de los bosques?
Mirando más allá del CO2, se puede ahorrar realmentedinero y reducir el efecto invernadero reparando las filtraciones de metano de los gaseoductos, combatiendo las emisiones de humos insanos y otros cambios similares. Son pasos que pueden dar no sólo los gobiernos nacionales, sino también los locales y la mayoría de empresas y ciudadanos.
Lo más importante es que la regulación y las estrategias de precios estimulen el desarrollo de tecnologías y prácticas que puedan fomentar el bienestar humano con emisiones de gases de efecto invernadero bastante menores. Este proceso está ya en marcha en buena parte, pero las técnicas no surgen mágicamente por sí solas. Una tecnología puede quedar estancada o avanzar con notable rapidez hacia la resolución de los problemas en función de las demandas económicas.
Ya no queda tiempo
Decir que esas medidas son social o políticamente inaplicables es olvidar que, en muchísimos ámbitos, se han introducido con gran rapidez otros cambios muy superiores una vez que la gente se ha hecho a la idea. Los ciudadanos pueden reconsiderar sus prácticas personales y ejercer presión sobre las empresas y los gobiernos. No es una tarea para otros en algún momento del futuro: «ya no queda tiempo».
El calentamiento global, como muchas otras amenazas, exige mayor actividad por parte del gobierno, y esto inquieta a la gente, con toda razón. Pero en el siglo XXI, la alternativa a la acción del gobierno no es la libertad individual, sino el poder de las empresas. Y la función de las grandes empresas en este asunto ha sido perjudicial la mayoría de las veces: una historia de ofuscación egoísta y aplazamientos miopes.
Hay más probabilidades de que suframos un calentamiento global que lo contrario. Debemos esperar que el comportamiento del clima siga cambiando y que los mares continúen subiendo de nivel ateniéndose a una pautas cada vez peores que conoceremos a lo largo de nuestras vidas y que se prolongarán hasta las de nuestros nietos. La cuestión ha salido del ámbito de la comunidad científica: el cambio climático es un importante asunto social, económico y político. Casi todos los habitantes del mundo necesitarán acomodarse a él. Será muy difícil para los grupos y naciones pobres, pero nadie estará libre de realizar ese ajuste.
Los ciudadanos necesitarán información fidedigna, flexibilidad para cambiar sus vidas y una ayuda eficaz y apropiada desde todos los niveles oficiales. Por tanto, mejorar la comunicación del conocimiento y reforzar el control democrático del poder en todas partes es una tarea importante; en cierto modo, nuestra principal prioridad.
El espíritu de recogida de datos, debate racional, tolerancia con la discrepancia y negociación para lograr un consenso cambiante, espíritu que ha caracterizado a la comunidad de científicos del clima, podría muy bien servirnos de modelo.
(Artículo aparecido en el diario "Levante")